Abreu es un soldado artista, un virtuoso del detalle, que, con su mirada auscultadora y su cámara, ratifica, como Fidel, que, en la salvaguarda de la cultura, está la sobrevivencia de la Revolución
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Tiene Raúl Abreu Acuña olfato de historiador. En su interés por legar a la posteridad la verdad del momento, busca, con esmero y trabajo singular, reflejar en sus fotos, en todo lo que mira, el instante, las sensaciones, los detalles, como si quisiera grabar en imágenes el decursar del tiempo, las pulsaciones del pueblo y el ritmo de los acontecimientos.
Persiguiendo la historia, Abreu peregrinó en Cuba por los escenarios de la Guerra de Liberación y en México, por cada lugar donde los futuros expedicionarios del yate Granma se prepararon para la epopeya libertaria. De todo ello, queda su testimonio gráfico en libros y en valiosos documentales.
La vida lo colocó en múltiples ocasiones cerca del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, instantes que aprovechó, con la agudeza que lo caracteriza, para legarnos la excepcional muestra que con el título de Homenaje, le regala al líder de la Revolución, al pueblo de Cuba, y a todo el que visite este Centro, en ocasión del 97 aniversario de su natalicio.
Son 26 piezas que reflejan el rostro de un Fidel alegre, meditativo, reflexivo, impetuoso, vibrante, jovial, paternal, combativo, preocupado, verdaderos documentos históricos y, a la vez, obras de arte. Algunos de los elementos expuestos en las fotos, forman parte del patrimonio museográfico de nuestro Centro. El fusil AK-47, por ejemplo, que enérgico levantara Fidel en la esquina de 23 y 12, en un aniversario de la declaración del carácter socialista de la Revolución, es una de las piezas más valiosas que se exhibe en la sala Guerrillero.
No es esta la primera exposición que dedica Abreu al Comandante en Jefe, y seguro estamos, no será la última. De hecho, tiene el compromiso con este Centro, de preparar otra sobre los estrechos vínculos del líder de la Revolución Cubana con su hermano Raúl. Amplio es su archivo personal, de momentos en que congeló el tiempo en un instante, para preservar esa relación.
Más de 50 exposiciones personales y colectivas en Cuba y otros países, avalan su obra, lo mismo que los múltiples premios recibidos en concursos. Ha sido merecedor de la distinción Félix Elmusa y la Réplica del Machete del Generalísimo Máximo Gómez.
Pero lo que más le satisface no son los premios, sino el privilegio de los instantes vividos junto a Fidel y Raúl, y sus años de corresponsal de guerra, durante la misión internacionalista en la República Popular de Angola. Abreu es un soldado artista, un virtuoso del detalle, que, con su mirada auscultadora y su cámara, ratifica, como Fidel, que, en la salvaguarda de la cultura, está la sobrevivencia de la Revolución.
Gracias, Abreu, por este hermoso regalo.
