Palabras por el 193 aniversario de la muerte de Simón Bolívar

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Palabras por el 193 aniversario de la muerte de Simón Bolívar

Carlos Manuel de Céspedes, Padre de la Patria, predicó en su obra política una fe sin límites en el pensamiento bolivariano, con alusiones frecuentes en documentos oficiales, correspondencia y proclamas

Por:
M.Sc. René González Barrios
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El 17 de diciembre de 1830 fallecía en la Quinta de San Pedro Alejandrino, Santa Marta, Colombia, el Libertador de América, Simón Bolívar. La noticia consternó el continente y, muy especialmente, a los primeros independentistas cubanos que centraron en él las aspiraciones libertarias para la mayor de las Antillas y la isla hermana de Puerto Rico.

Aquellos pioneros del independentismo cubano, ansiosos de libertad, acompañaron a Bolívar en sus largos peregrinajes, lo mismo en Jamaica y Haití que en Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela. Las grandes batallas de la independencia americana presenciaron el heroísmo de los cubanos en Junín, Pichincha, Ayacucho y Carabobo. Esperaban en 1826 del Congreso Anfictiónico de Panamá, que, con el esfuerzo conjunto de la Venezuela de Bolívar y el México de Guadalupe Victoria, se materializaran las expediciones soñadas para llevar la libertad a Cuba y Puerto Rico, empeño frustrado por el Gobierno de Estados Unidos.

Bolívar ha sido un referente para el ideal independentista cubano en todos los tiempos. Carlos Manuel de Céspedes, Padre de la Patria, predicó en su obra política una fe sin límites en el pensamiento bolivariano, con alusiones frecuentes en documentos oficiales, correspondencia y proclamas. Su inclinación hacia Bolívar y Venezuela se acrecentó con la llegada de las expediciones del vapor Virginius, que trajeron a los campos de Cuba jefes y oficiales del ejército venezolano, con los que de inmediato se identificó. Entre ellos dos jóvenes venezolanos sus ayudantes, a un general de ese país como secretario de la Guerra y al nieto del primer presidente de Venezuela independiente como secretario del Exterior del Gobierno electo en Guáimaro.

Para patentizar el espíritu de lucha y el carácter irreconciliable contra España, Céspedes, en encendida proclama, invocaba al Libertador:

«En el corazón de cada cubano deben estar escritas aquellas terribles palabras que en situación análoga pronunció el inmortal Simón Bolívar: “Mayor es el odio que nos ha inspirado la Península que el mar que nos separa de ella, y menos difícil sería unir los dos continentes que conciliar el espíritu de ambos países».  

En 1871, le escribía al general venezolano José Ruperto Monagas una carta que sintetiza el concepto que tuvo de Bolívar y de Venezuela:

«Venezuela, que abrió a la América Española el camino de la Independencia y lo recorrió gloriosamente hasta cerrar su marcha en Ayacucho, es nuestra ilustre maestra de libertad, el dechado de dignidad y heroísmo y perseverancia que tenemos incesantemente a la vista de los cubanos. Bolívar es aún el astro esplendoroso que refleja sus sobrenaturales resplandores en el horizonte de la libertad americana como iluminándonos la áspera vía de la regeneración. Guiados por su benéfico influjo, estamos seguros de que alcanzaremos felizmente el término».

Para resaltar el patriotismo y llamar a la guerra a los indecisos, Céspedes acudía a Bolívar. En una circular con fecha 4 de septiembre de 1871 recordaba que «Bolívar, al frente de 400 neogranadinos, invade a Venezuela y tiene que luchar más que contra los españoles, contra el espíritu de su pueblo, que le es hostil y le hace guerra material».  

El junio de 1872, al referirse a los expedicionarios del Virginius, resaltaba la «…hombradía de los hijos de Bolívar y a los sentimientos de republicanismo que, sin hipérbole alguna, puede decirse se hallan encarnados en Venezuela». En agosto de ese mismo año escribió al abogado venezolano Pedro Bermúdez Cousin, uno de los más fervientes defensores de la causa cubana en Venezuela:

«En hombres como usted, señor, estriba que Cuba vea cumplida sus legítimas aspiraciones y que en su suelo no perezca el pensamiento del Gran Bolívar. Los cubanos son dignos de que se complete ese pensamiento y que se les dé asiento en la augusta Asamblea de las Naciones libres e independientes de América».

El 20 de enero de 1881 arribó a La Guaira José Martí, émulo de Céspedes y quizás el discípulo más aventajado del Libertador. Como peregrino de la independencia americana, admiró a Bolívar como el «…Padre Americano…», a quien «¡Los cubanos lo veremos siempre arreglando con Sucre la expedición, que no llegó jamás, para libertar a Cuba!», y que reconocía a Venezuela como «…la Jerusalén de los sudamericanos, la cuna del continente libre…».

Cual fiel devoto, Martí peregrinó por la tierra santa de la libertad que era Caracas y rendió culto en el altar de la independencia, al más sagrado e inspirador de los americanos: Simón Bolívar. Fue Martí el viajero que al llegar «…un día a Caracas al anochecer, y sin sacudirse el polvo del camino, no preguntó donde se comía ni se dormía, sino como se iba adonde estaba la estatua de Bolívar. Y (….) solo con los árboles altos y olorosos de la plaza, lloraba frente a la estatua que parecía que se movía, como un padre cuando se le acerca un hijo». Detalles quedan muchos por precisar en torno a aquel viaje espiritual, de quien «…sólo había venido a Venezuela a saludar a su apóstol…».

Imbuido del espíritu de Bolívar, Martí había sentenciado: «Deme Venezuela en qué servirla: ella tiene en mí un hijo». Al despedirse de la patria del Libertador escribió:

«…De América soy hijo: a ella me debo. Y de la América, a cuya revelación, sacudimiento y fundación urgente me consagro, ésta es la cuna…».

En enero de 1959, a pocos días del triunfo de la Revolución Cubana y sin apenas quitarse el polvo del camino, como Martí, el joven Comandante Fidel Castro visitó Caracas. Bolívar lo convocaba. Lo había leído y estudiado. Llevaba su espíritu en la sangre. Venezuela y su historia gloriosa lo inspiraban. En la lucha contra la dictadura había creado un frente guerrillero con el nombre de Simón Bolívar. Sellaba con esa visita el compromiso de hermandad entre nuestros pueblos, que años después consolidó el abrazo en La Habana al Comandante Hugo Rafael Chávez Frías, el 13 de diciembre de 1994.

Simón Bolívar, muy joven, visitó La Habana por solo dos días. A bordo del buque San Idelfonso llegó a la ciudad el 15 de abril 1799. Era apenas un adolescente. Su visita no trascendió. Era un joven desconocido. Él mismo apenas la menciona en su obra posterior. Sin embargo, Cuba estuvo siempre latente en su pensamiento político. La independencia americana no concluía sin la libertad de Cuba y Puerto Rico.

Humanista, solidario y antimperialista como Céspedes, Martí, Fidel y Chávez, Bolívar alumbra hoy los destinos del continente. Total vigencia cobran las palabras de Martí cuando expresó:

«¡Pero así está Bolívar en el cielo de América, vigilante y ceñudo, sentado aún en la roca de crear; con el inca al lado y el haz de banderas a los pies; así está él, calzadas aún las botas de campaña, porque lo que él no dejó hecho, sin hacer está hoy: porque Bolívar tiene que hacer en América todavía!».

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Valter Luis de Oliveira Moraes
30 de Diciembre del 2023
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