El ideario martiano en el pensamiento y la práctica política de Fidel Castro frente a los EE. UU. (Segunda parte)

Fidel
El ideario martiano en el pensamiento y la práctica política de Fidel Castro frente a los EE. UU. (Segunda parte)

Es posible la paz de Cuba independiente con los Estados Unidos. El antimperialismo de Martí y Fidel no estuvo nunca divorciado de la disposición a establecer relaciones cordiales y respetuosas entre ambos países

Por:
Dr.C. Elier Ramírez Cañedo
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Acerca de las posiciones del Apóstol, González Patricio apunta: «Martí, conocedor del poder creciente de Estados Unidos, de su tradicional interés en poseer Cuba y de su política dirigida a impedir la independencia de la Isla, buscó evitar todo estímulo a la malevolencia norteamericana y encontró prudente aspirar a relaciones cordiales».(I)

A su vez, Martí creía viable un escenario de paz con los Estados Unidos: «Es posible la paz de Cuba independiente con los Estados Unidos, y la existencia de Cuba independiente, sin la pérdida, o una transformación que es como la pérdida, de nuestra nacionalidad» (II) Martí recomendó para toda la América Latina lo que también deseaba para la Isla: «de un lado está nuestra América (…); de la otra parte está la América que no es nuestra, cuya enemistad no es cuerdo ni viable fomentar, y de la que con el decoro firme y la sagaz independencia no es imposible, y es útil, ser amigo».(III)

Desde abril de 1959, cuando Fidel viajó a los Estados Unidos, quedó definida su postura favorable al diálogo y a las relaciones civilizadas. Pero, además, en muchas ocasiones la iniciativa de buscar un modus vivendi con los Estados Unidos partió de su parte.

Empleando la diplomacia secreta, Fidel fue el gestor de numerosos intentos de acercamiento bilateral. A través del abogado James Donovan, quien negoció con Fidel la liberación de los mercenarios presos a raíz de la invasión de 1961; la periodista Lisa Howard y otros canales, el líder de la Revolución hizo llegar al gobierno de Kennedy una y otra vez su disposición de conversar en busca de un entendimiento.

En agosto de 1961 Ernesto Che Guevara trasladó una rama de olivo al gobierno estadounidense en un encuentro que sostuvo en Montevideo con el asesor especial de Kennedy para asuntos latinoamericanos, Richard Goodwin. Es imposible pensar que el Che actuara por su cuenta y no de común acuerdo con el líder cubano. Fidel además envió un mensaje verbal al ya presidente Lyndon Johnson a través de la periodista Lisa Howard en 1964, que entre otras cosas decía:

«Dígale al Presidente (y no puedo subrayar esto con demasiada fuerza) que espero seriamente que Cuba y Estados Unidos puedan sentarse en su momento en una atmósfera de buena voluntad y de mutuo respeto a negociar nuestras diferencias.

»Creo que no existen áreas polémicas entre nosotros que no puedan discutirse y solucionarse en un ambiente de comprensión mutua. Pero primero, por supuesto, es necesario analizar nuestras diferencias. Ahora, considero que esta hostilidad entre Cuba y los Estados Unidos es tanto innatural como innecesaria y puede ser eliminada». (IV)

En una reveladora carta escrita el 22 de septiembre de 1994 al presidente mexicano Carlos Salinas de Gortari, quien había servido de mediador entre Fidel y el presidente estadounidense, William Clinton, el Comandante en Jefe expresó nuevamente su posición favorable sobre la normalización de las relaciones:

«La normalización de las relaciones entre ambos países es la única alternativa; un bloqueo naval no resolvería nada, una bomba atómica, para hablar en lenguaje figurado, tampoco. Hacer estallar a este país, como se ha pretendido y todavía se pretende, no beneficiaría en nada los intereses de Estados Unidos. Lo haría ingobernable por cien años y la lucha no terminaría nunca. Sólo la Revolución puede hacer viable la marcha y el futuro de este país». (V)

Se podrían mencionar otros ejemplos. Pero estos son más que suficientes para demostrar que la postura de Fidel fue siempre la de estar en la mejor disposición del diálogo y la negociación con el vecino del norte.

Sin embargo, siempre insistió, con sobrada razón y teniendo como respaldo el derecho internacional y un conocimiento profundo de la Historia de Cuba, que este diálogo o negociación fuese en condiciones de igualdad y de respeto mutuo, sin la menor sombra a la soberanía de Cuba.

Esta es hoy la misma postura –aunque con estilo propio– que ha sostenido el General de Ejército Raúl Castro; así lo ha reafirmado en innumerables discursos e intervenciones públicas.

Seis semanas después de los anuncios del 17 de diciembre del 2014, Fidel ratificó su posición en cuanto a una normalización de las relaciones con los Estados Unidos.

«No confío en la política de los Estados Unidos”, dijo, teniendo suficientes elementos de juicio para hacer ese planteamiento. Pero también expresó que, como principio general, respaldaba “cualquier solución pacífica y negociada a los problemas entre Estados Unidos y los pueblos o cualquier pueblo de América Latina, que no implique la fuerza o el empleo de la fuerza». (VI)

Es de deber continuo y de necesidad urgente erguirse cada vez que haya justicia u ocasión.

Cuando faltaba muy poco para la nueva arrancada independentista, en enero de 1894, Martí definió la postura «cauta y viril» como línea rectora de la política cubana frente a los Estados Unidos. Ante la asimetría de poder había que imponer el respeto del adversario por la capacidad de crear, erguirse, resistir y de vencer.

«Ni pueblos ni hombres –decía Martí– respetan a quien no se hace respetar. Cuando se vive en un pueblo que por tradición nos desdeña y codicia, que en sus periódicos y libros nos befa y achica, que, en la más justa de sus historias y en el más puro de sus hombres, nos tiene como a gente jojota y femenil, que de un bufido se va a venir a tierra; cuando se vive, y se ha de seguir viviendo, frente a frente a un país que, por sus lecturas tradicionales y erróneas, por el robo fácil de una buena parte de México, por su preocupación contra las razas mestizas, y por el carácter cesáreo y rapaz que en la conquista y el lujo ha ido criando, es de deber continuo y de necesidad urgente erguirse cada vez que haya justicia u ocasión, a fin de irle mudando el pensamiento, y mover a respeto y cariño a los que no podremos contener ni desviar, si, aprovechando a tiempo lo poco que les queda en el alma de república, no nos les mostramos como somos».(VII)

Esta posición viril que recomendaba Martí, fue la que caracterizó a Fidel ante cada amenaza e intento por cercenar la soberanía de Cuba por las distintas administraciones estadounidense.

Un momento descollante fue durante la Crisis de Octubre, donde solo con su posición valiente e intransigente –apoyada mayoritariamente por el pueblo cubano– al negarse a cualquier tipo de inspección del territorio cubano, al plantear los Cinco Puntos e impedir en todo momento que se le presionara, se pudo salvar el prestigio moral y político de la Revolución en aquella coyuntura. Esto fue así, a pesar de que la URSS tomó decisiones inconsultas con la parte cubana que trajeron como consecuencia que la Isla fuese la más desfavorecida con la solución que se le dio a la crisis.

También fue memorable su discurso en respuesta a las amenazas del presidente estadounidense W. Bush, el 14 de mayo de 2004 cuando expresó:

«Puesto que usted ha decidido que nuestra suerte está echada, tengo el placer de despedirme como los gladiadores romanos que iban a combatir en el circo: Salve, César, los que van a morir te saludan. Sólo lamento que no podría siquiera verle la cara, porque en ese caso usted estaría a miles de kilómetros de distancia, y yo estaré en la primera línea para morir combatiendo en defensa de mi patria». (VIII)

Paz, amistad y cordialidad entre un “pueblo menor” y un “pueblo mayor” como lo definía Martí, no podía jamás implicar dependencia y servidumbre. Como tampoco jamás Fidel entendió la normalización de las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos, desde la dominación.

En cada uno de los reducidos momentos en que se estableció alguna posibilidad de diálogo o negociación, Fidel fue enfático en cuanto que la soberanía de Cuba, tanto en el plano doméstico como internacional, no era negociable, y que la Isla jamás renunciaría a uno solo de sus principios.

De la unión depende nuestra vida

Asumiendo y enriqueciendo las ideas de Simón Bolívar, Martí y Fidel concedieron como parte de su estrategia revolucionaria un lugar privilegiado a la necesaria unidad de América Latina y el Caribe.

Ramón de Armas destaca cómo desde 1877, durante su estancia en Guatemala, Martí hizo su llamado de unidad o muerte, en expresión de un latinoamericanismo defensivo que evolucionaría “hacia un claro y precursor latinoamericanismo antiimperialista activo” que cerrara el paso al avance impetuoso del vecino del Norte, a través de la acción unida en torno a objetivos y propósitos comunes. «Puesto que la desunión fue nuestra muerte –decía el Apóstol en aquel entonces-, ¿qué vulgar entendimiento, ni corazón mezquino, ha menester que se le diga que de la unión depende nuestra vida?» (IX)

En su concepción revolucionaria, Fidel siempre vio el proceso cubano, como parte de una Revolución mayor, la que debía acontecer en toda América Latina y el Caribe. De ahí su constante solidaridad y apoyo a los movimientos de liberación en la región y denuncia de cada acto de injerencia yanqui.

Esa posición partió en primera instancia de un sentimiento de identidad y de ineludible deber histórico, pero también como una necesidad estratégica para la preservación y consolidación de la Revolución Cubana.

Sobre todo, teniendo en cuenta que desde el siglo XIX en adelante, el principal enemigo común de la verdadera emancipación de los pueblos al sur del río Bravo eran –y continuaban siéndolo- los Estados Unidos, los que en no pocas ocasiones utilizaron con éxito para sus propósitos la máxima de “divide y vencerás”, estrategia que han utilizado hasta nuestros días. A esa compresión había llegado Fidel desde antes de 1959, y la puso de manifiesto en acciones concretas en las que, incluso, puso en riesgo su propia vida durante las luchas como estudiante universitario.

Fidel integró el comité Proindependencia de Puerto Rico, el comité Prodemocracia dominicana, participó en 1947 en la frustrada expedición de Cayo Confites contra el dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo y en los sucesos conocidos como el Bogotazo, donde compartió su destino con el pueblo colombiano que enfrentaba a las fuerzas reaccionarias que habían asesinado al líder popular Jorge Eliécer Gaitán.

Además, ya desde aquella época se había pronunciado a favor del derecho de los panameños a la soberanía sobre el canal interoceánico y el de los argentinos sobre las Islas Malvinas.

No obstante, luego del triunfo de enero de 1959, la vocación integracionista de Fidel se hizo más explícita en numerosos pronunciamientos públicos. Sus ideas y amplia acumulación de experiencias durante años, así como los continuos cambios en el contexto internacional, lo hicieron ir perfilando su pensamiento. De ahí que, en el Cuarto Encuentro del Foro Sâo Paulo, efectuado en La Habana en 1994, entre otras muchas ideas vinculadas a ese trascendental tema, declarara:

«Qué menos podemos hacer nosotros y qué menos puede hacer la izquierda de América Latina que crear una conciencia en favor de la unidad? Eso debiera estar inscrito en las banderas de la izquierda. Con socialismo y sin socialismo. Aquellos que piensen que el socialismo es una posibilidad y quieren luchar por el socialismo, pero aun aquellos que no conciban el socialismo, an como países capitalistas, ningún porvenir tendríamos sin la unidad y sin la integración».(X)

Los esfuerzos colosales realizados por Fidel en pos de la unidad y la integración de la región, comenzaron a rendir sus frutos, con la llegada de Hugo Chávez a la presidencia de Venezuela en 1998, momento que inició un verdadero cambio de época en América Latina.

En el 2004 Chávez y Fidel crearían la hoy conocida como Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América -Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP) y al año siguiente, en Mar del Plata, el imperialismo estadounidense sufría ya una gran derrota, al ser enterrado el Acuerdo de Libre Comercio para las Américas (ALCA), iniciativa que venía impulsando el gobierno de los Estados Unidos. En el 2011, nacería en Caracas, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y con ello el sueño más preciado de Fidel y, por tradición, de Martí, Bolívar y otros próceres de nuestra América se hacía realidad.

Sin duda, una de las primeras victorias políticas de esa unión, sería el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Cuba y los Estados Unidos anunciados el 17 de diciembre de 2014, por los presidentes de ambos países. Cuba sola, sin el fuerte apoyo regional que recibió, no habría llegado a ese resultado.

A modo de conclusión

Es cierto que el equilibro internacional al que aspiraba Martí en las Antillas se frustró a partir de 1898 con la intervención de los Estados Unidos en Cuba, quienes a partir de ese momento comenzaron a construir su hegemonía en el mundo.

Pero por paradojas de la historia, la Revolución Cubana triunfante en 1959, de profunda raíz martiana, liderada por Fidel y el movimiento 26 de julio, abrió nuevamente una puerta para avanzar hacia la segunda y definitiva independencia de América Latina y el Caribe y, con ello, hacia el equilibrio del mundo al que aspiraba el Apóstol. Es decir, por donde mismo comenzó a construir su imperio los Estados Unidos, se iniciaría en 1959, la posibilidad y la esperanza de su desplome.

La administración de Barack Obama y su llamado “nuevo enfoque” hacia la Mayor de las Antillas, trajeron con las nuevas oportunidades, grandes desafíos para la resistencia cubana frente a los intereses de dominación, que sobre nuestra Isla perviven en Washington. Luego el nuevo inquilino en la Casa Blanca, Donald Trump, devolvió a los cubanos la imagen más nítida y real del enemigo imperial. Pero es evidente que su política hacia Cuba desde el punto de vista estratégico se hace cada vez más insostenible.

A más de 150 años de lucha del pueblo cubano por su independencia, en pleno siglo XXI, los cubanos tenemos el privilegio de contar con el pensamiento táctico y estratégico que, en épocas diferentes, llevaron a la práctica Martí y Fidel frente a los Estados Unidos.

Ante los nuevos convites de guantes de seda e intenciones ocultas que, sin lugar a dudas, vendrán desde el Norte en el futuro para doblegar a la nación cubana, este manantial de ideas y de acciones antimperialistas, serán aún más imprescindibles. Como en 1891, en ese extraordinario ensayo y programa revolucionario que es Nuestra América, nos decía Martí: «Estos tiempos no son para acostarse con el pañuelo a la cabeza, sino con las armas de almohada, como los varones de Juan Castellanos: las armas del juicio, que vencen a las otras. Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra».(XI)

Referencias:

I- Rolando González Patricio, Ob.Cit, p. 170.

II- Citado por Rolando González Patricio en: “Frente a frente. Las relaciones Cuba-Estados Unidos en el proyecto republicano de José Martí”, en: Anuario del Centro de Estudios Martianos #25, 2002, p. 29

III- Ibídem, p. 30.

IV- Del primer ministro Fidel Castro al presidente Lyndon B.Johnson, mensaje verbal entregado a la señorita Lisa Howard de la ABC News, el 12 de febrero de 1964, en La Habana, Cuba»,www.gwu.edu/-nsarchiv/ (Traducción del ESTI)

V- Véase Carlos Salina de Gortari, Muros, puentes y litorales. Relación entre México, Cuba y Estados Unidos, Penguin Random House. Grupo Editorial, Ciudad de México, 2017, pp. 125-126.

VI- Fidel Castro, Para mis compañeros de la Federación Estudiantil Universitaria, mensaje publicado en el periódico Granma el 26 de enero de 2015.

VII- José Martí, La protesta de Thomasville, en: Obras Completas, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1991, T.2, p. 347.

VIII- Fidel Castro, Proclama de un adversario al gobierno de Estados Unidos, 14 de mayo de 2004, en: sitio web Fidel Soldado de las Ideas,http://www.fidelcastro.cu/es/discursos/proclama-de-un-adversario-al-gobierno-de-estados-unidos.

IX- Citado por Ramón de Armas, “Unidad o Muerte: en las raíces del antiimperialismo y el latinoamericanismo martianos”, en: La Historia de Cuba pensada por Ramón de Armas. Selección y compilación de Pedro Pablo Rodríguez, Instituto de Investigación Cultural Juan Marinello y Ruth Casa Editorial, La Habana, 2012, p. 82

X- Fidel Castro. Discurso pronunciado en la clausura del IV encuentro del Foro de Sao Paulo, efectuada en el Palacio de Convenciones, el 24 de julio de 1993.

XI- José Martí, “Nuestra América”, El Partido Liberal, México, 30 de enero de 1891, en: José Martí, Obras Completas, T.6, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975, pp. 15-23

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Felipe Estrada
22 de Marzo del 2022
Un libro de profundísima actualidad.
Debería reproducirse por partes, folletos y breves artículos en Tribuna de La Habana. Granma, Juventud Rebelde y por todas las vías para llegar al pueblo.
A los jóvenes, especialmente,
por medios digitales.