El rostro de la historia

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El rostro de la historia

Hace 170 años, nació José Martí, el más universal de los cubanos, el inspirador de una generación que, ensimismada en su prédica y contagiada con su pasión revolucionaria, lo acompañó a la guerra, y de otra que, en 1953, sin titubeos y liderada por el joven Fidel Castro a la cabeza, se lanzó al campo del honor fecundo, para no dejar morir sus nobles ideas en el año de su centenario

Por:
M.Sc. René González Barrios
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Infinita emoción se ha vivido en Cuba en estos días martianos. La V Conferencia Internacional por el Equilibrio del Mundo “Con todos y para el bien de todos” y la masiva participación de jóvenes de edad y espíritu en la Marcha de las Antorchas, nos transmiten una inyección de aliento, confianza, y seguridad en el futuro; un futuro de permanente combate en pos de la supervivencia humana y la justicia social, en el que Martí y Fidel son referentes luminosos e imprescindibles.
En los tiempos actuales se gesta la generación del centenario de Fidel, esa que, orgullosa de su cubanía y consciente del papel de nuestro país y su Revolución en los destinos del continente y la humanidad, lucha resuelta contra todas las adversidades por construir una patria nueva, ejemplo universal de humanismo y solidaridad.

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Familia en la expo

Esa nueva generación, refuerza su caudal político y cultural con los idearios de ambos paladines.
La exposición que en este ambiente martiano inauguramos lleva por título «El rostro de la historia». Es excepcional por varias razones, entre ellas la precisión y oportuna mirada del artista para seleccionar los instantes sublimes, y mostrarnos el rostro seguro, de perfil quijotesco, del revolucionario a quien los años no abatieron y lo mantuvieron haciendo Revolución en nuevas trincheras.
Es la imagen del Fidel de las Reflexiones, las investigaciones agrícolas y científicas, la meditación segura, del consejo sabio. Es el Fidel de cabello encanecido, y mirada escrutadora y profunda.
En 1882, José Martí refería a un periódico venezolano que: «…los ancianos, coronados de canas, como los montes coronados de nieve, resplandecen». Son imágenes de un Fidel resplandeciente.
Refería Martí, además, que era: «…glorioso y da anhelos de gloria, un anciano que ha vivido bravamente. Esos son monumentos que andan». Es Fidel un vivo monumento inspirador.
Dijo Martí, refiriéndose a los viejos adalides, que: «…se les ve como a veteranos gloriosísimos que vuelven heridos de una gran campaña y que, aun cuando hablen con voz trémula y andan con paso tardo, se les ve como a titanes». Es Fidel un simbólico titán.
Comentaba el Apóstol que: «Los años pasan, madurando, no envejeciendo (…) Los años santifican, los años embellecen; los años, como aliento poderoso, soplan sobre el espíritu». Es Fidel un soplo permanente de esperanza, confianza, optimismo y fe en el futuro.
El 13 de agosto de 1892 apuntaba Martí: «Lucha es la vida, y no hay que rehuirla. Sólo los que se saben sacrificar llegan a la vejez con salud y hermosura».
Las fotos tomadas por Alex, con el respeto y amor que llevan implícitas, y la responsabilidad de quien lega a la historia un testimonio único, invaluable, nos presentan el rostro hermoso y tierno de quien hizo de su vida un sacrificio martiano, por los pobres de la tierra, un sacerdocio martiano por el bien de la humanidad.

Es el rostro del más cabal intérprete y discípulo del hombre genial que nació, un día como hoy, hace 170 años.

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público transitoria

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