Fidel Castro. El arte de gobernar

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Fidel Castro. El arte de gobernar

Fidel Castro. El arte de gobernar, de Yunet López Ricardo, es un libro revelador. Se suma al extraordinario catálogo de títulos que con singular pasión y rigor ha editado el Centro Fidel Castro Ruz

Por:
Rogelio Polanco Fuentes, jefe del Departamento Ideológico del Comité Central del Partido Comunista de Cuba
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La joven y talentosa periodista integra ese colectivo de seres dedicados plenamente a preservar y enaltecer el legado del líder histórico de la Revolución Cubana. Es ese el único lugar con el nombre del Comandante, como excepción a un principio consagrado con fuerza moral y jurídica, en respeto a su mandato supremo y a su proverbial modestia.

Ardua labor se propuso la autora. Porque cualquier propósito editorial sobre el pensamiento y la acción de Fidel resulta una obra colosal. Máxime cuando se trata de sistematizar su modo de actuar para conducir los destinos de la nación.

Valiosos testimonios de cercanos colaboradores, combatientes e intelectuales, personas de las más disímiles profesiones, orígenes y responsabilidades -muchos de los cuales nos honran con su presencia esta mañana-, van revelando a través de sorprendentes remembranzas la calidez humana, la ingeniosa lucidez y el original magisterio de Fidel.

Con acierto, la autora califica de arte el método de dirigir del Comandante. Un artista genial en la capacidad de guiar, de convencer, de cautivar. Una obra de arte resulta difícil de explicar, por eso es desafiante la idea de definir el arte de gobernar de Fidel.

Fidel no tiene moldes. Su auténtico liderazgo ha sido único.  Tampoco tuvo ni dejó recetas. Antidogmático y antisectario por excelencia: nada ni nadie podrá encasillarlo, limitarlo, reducirlo.

Innovador en el pensamiento y la acción. Visionario en el análisis, puntillosamente riguroso en la concreción de las ideas y descomunal en la magnitud de los sueños realizables.

Dicha grande la de este pueblo al contar con el patrimonio invaluable de su ejemplo. Orgullo infinito para muchos de quienes colmamos esta sala es vivir el tiempo histórico de Fidel, en especial, para quienes tuvimos el privilegio de recibir personalmente su fascinante magnetismo.
Si extendiéramos los testimonios a otras miles de personas, se reiterarían similares regularidades para describir un perfil de su deslumbrante personalidad.

Su entusiasmo era contagioso. Las tareas se disfrutaban por más complejas y difíciles que fueran. Una placentera felicidad sentía al gestar lo nuevo, lo ignoto. Y nunca nada era definitivo. Tras la primera meta, vendrían otras igualmente retadoras hasta el infinito.

Comprometía con su arrolladora capacidad de convencimiento lo mismo a una persona, a un grupo que un pueblo o a la humanidad toda.
El tiempo perdió en Fidel su einsteniana dimensión relativa. El hoy es ayer y el mañana es hoy. Su premura era permanente. Las calendas griegas estaban desterradas del diccionario de su existencia.

La precisión era su más obcecada condición. La agudeza ponía a prueba cotidiana incluso a sus más leales colaboradores y los detalles eran inseparables de cada acto de su vida.

La voluntad no tenía fin, la resistencia era ilimitada y la tenacidad su destino irrefrenable. No había imposibles en su imaginación ni el fracaso era un escenario.

La sed de conocimientos resultaba inconmensurable; preguntar, leer, indagar era su método por excelencia. Se nutría de toda información que fuera útil y la procesaba con la urgencia de las circunstancias.

La honestidad y la dignidad fueron el Olimpo de su conducta. Con la verdad desintegró falacias y se elevó hasta la cúspide del decoro.
El sentido humano de la política y la más absoluta sensibilidad constituyeron su brújula moral. Las estadísticas eran el sustento de las políticas en la medida en que develaban al ser humano concreto y sus contextos.

Tocaba las cosas con la mano. Iba a todos los confines. Hablaba directamente con quienes ejecutaban las decisiones, comprobaba resultados, constataba por sí mismo lo indicado.

Ese es Fidel. Humanizarlo, encarnarlo en nuestras vidas; acercarnos a su conducta significa que él siga viviendo en el alma de cada revolucionario de Cuba y el mundo.

Tenemos la indeclinable misión de que la lejanía en el tiempo no signifique lejanía emotiva ni en las convicciones para continuar la obra y el pensamiento del Comandante.

El compañero Miguel Díaz-Canel, su leal discípulo, califica este libro en el prólogo como «guía, estímulo y enseñanza». Así debemos asumirlo.
Cuando este 24 de febrero, suscribamos el Código de Ética de los Cuadros de la Revolución, evoquemos los principios, el método y el estilo del Comandante en Jefe. Será nuestro íntimo homenaje y la renovación del compromiso y la confianza en la continuidad de la lucha histórica por la independencia y la soberanía de la nación cubana.

Duras y desafiantes batallas le deparan a Cuba, junto a la certeza de vencer la guerra imperial y conquistar toda la justicia. En ese empeño, nuestro Partido y nuestro pueblo seguirán inspirados en la impronta indeleble de Fidel.

Gracias a Yunet, al Centro Fidel Castro Ruz, al Fondo de la Palabra y a Ediciones Alejandro por este conmovedor regalo para las actuales y futuras generaciones de cubanos. Para seguir construyendo la patria digna que nos legó el Gigante.

¡Viva Fidel por siempre!

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Eduardo linares
27 de Febrero del 2024
¿cómo puedo obtener este libro? ¡lo deseo y necesito! Gracias
20 de Marzo del 2024
El sistema poligráfico nacional está haciendo esfuerzos para poner a disposición del pueblo este texto, pero aun no lo tenemos disponible.
said selin ganén
03 de Abril del 2024
sé que es un libro excelente, pero no he podido adquirirlo, cómo puedo bajarlo por Internet, realmente quisiera poderlo leer en cualquier formato