Fidel y la mujer en los inicios de la Revolución Cubana

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Fidel y la mujer en los inicios de la Revolución Cubana

El Comandante pudo avizorar en los inicios de la Revolución que la madre trabajadora durante su jornada laboral pudiera contar con una institución que proporcionara cuidado, educación y recreo a sus niños

Por:
M.Sc. Cristina Fernández Sanz
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El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer es motivo de regocijo en nuestro país. Tras el triunfo de la Revolución, la mujer cubana formaría parte del proyecto revolucionario liderado por el joven Fidel Castro Ruz. Comenzó entonces un proceso gradual de toma de conciencia en la sociedad, en aras de establecer igualdad de derechos en hombres y mujeres.

Un acercamiento a la situación de la mujer y sus reclamos, en la primera mitad del siglo XX, resulta indispensable para entender la dimensión de la obra de Fidel con relación a ellas, en los primeros años de la Revolución.

Durante la etapa neocolonial persistieron en el entramado social las concepciones de una ideología patriarcal que ubicaba a la mujer en un segundo plano y seguía destinándola al cuidado del hogar y a los hijos. No obstante, la mujer trabajadora, profesional u obrera, se abría paso con la entrada a la modernidad y su inserción en nuevos oficios como mecanografía y taquigrafía o dependiente de comercio. Otras no corrían igual suerte, víctimas del analfabetismo, la discriminación o leyes que las amparasen, escogían el camino de la prostitución.

Ante tal situación aumentó su reclamo por un lugar en la sociedad y una equidad que consideraban justa y necesaria. Así, en 1923 y 1925, se celebraron el Primer y Segundo Congreso Nacional de Mujeres. Ambos tuvieron el sufragio femenino como centro del debate, pero no es hasta 1936 que las mujeres cubanas ejercieron por primera vez su derecho al voto, pues en 1934 se había aprobado el sufragio universal.

La primera celebración del 8 de marzo en nuestra isla se remonta a 1931. En el local del Centro Obrero de Cuba, en La Habana Vieja, un grupo de mujeres, algunas de ellas reconocidas voces en los sindicatos, denunciaron la discriminación que sufrían y reclamaron la unidad necesaria de la clase obrera y las fuerzas femeninas.

Con la aprobación de la Constitución de 1940, quedaron plasmados importantes logros para la mujer como la protección de la maternidad y la igualdad de condiciones en el trabajo, con un sueldo mínimo acorde a las necesidades del trabajador. Aun así, en la práctica, la inferioridad de las mujeres continuó, la diferencia salarial era notoria.

El golpe de estado del 10 de marzo de 1952, abrió una nueva etapa en el país. Se agudizaron los males de la República, a la par que se implantó un terror sin precedentes y se afianzó el entreguismo a los intereses norteamericanos. La mujer cubana no estuvo ajena a esta situación, sus exigencias quedaban postergadas para luchar por una causa aún mayor: el derrocamiento de la dictadura.

Muchas se integraron a grupos revolucionarios mixtos como el Movimiento Nacional Revolucionario, la Federación Estudiantil Universitaria, el Movimiento 26 de julio y el Directorio Revolucionario; o crearon organizaciones exclusivamente de mujeres como el Frente Cívico de Mujeres Martianas o Mujeres Oposicionistas Unidas. Otras se incorporaron al Ejército Rebelde en la Sierra Maestra con la creación de un pelotón militar femenino, el 4 de septiembre de 1958, que llevó el nombre de la patriota independentista del siglo XIX, Mariana Grajales.

El 1ro. de Enero de 1959, Fidel alabó la valentía y el arrojo de estas mujeres en su discurso desde el parque Carlos Manuel de Céspedes en Santiago de Cuba. Refiriéndose al mencionado pelotón señaló: «(…) las mujeres son tan excelentes soldados como nuestros mejores soldados hombres».

En ese discurso también transmitió por primera vez, su voluntad política de promover la igualdad de derechos y oportunidades de la mujer cuando afirmó que: «(…) la mujer en nuestro país es un sector que necesita ser redimido, porque es víctima de la discriminación en el trabajo y en muchos otros aspectos de la vida».

El 6 de enero de 1959 en el discurso pronunciado en el parque Leoncio Vidal, en Santa Clara, Fidel recalcó la importancia de que todo el pueblo aprendiera a empuñar un fusil, para que el ejército de la Revolución lo constituyeran los seis millones de cubanos dispuestos a defenderla. Sobre el papel de la mujer en este empeño señaló: «(…) por algo hemos demostrado que en Cuba hasta las mujeres pelean, y pelean bien y pelean a la altura de los hombres».

Un mes después, en la Empresa Petrolera Shell en La Habana, el líder revolucionario apuntaba que no se hablaba de la discriminación, de la cantidad de mujeres a las que trataban de explotar y que se les miraba como un objeto de placer más que por su valor social. En este sentido era necesario un cambio de mentalidad, pues muchos males existían en la realidad social y, además, en la mente de los ciudadanos.

Fidel fue especialmente sensible con la mujer campesina, víctima de tantos atropellos durante toda la república neocolonial pero sobre todo durante la tiranía de Batista. En el discurso por el segundo aniversario del asalto al Palacio Presidencial, el 13 de marzo de 1959, señalaba que las mujeres campesinas vivían el 60% de lo que debían vivir por las condiciones de vida que llevaban. El 22 de marzo del mismo año se refirió a la cantidad de mujeres en el campo que habían muerto, sobre todo, por falta de medicina, asistencia médica o alimentos.

El 21 de agosto de 1960 en el discurso de graduación de las milicias campesinas en San Julián, Pinar del Río, el Comandante en Jefe reconoció el importante rol desempeñado por ellas en la defensa de la patria: «(…) Y como las mujeres son obreras, o son campesinas, y son revolucionarias, las mujeres están incluidas en las milicias obreras y campesinas (…)».

La unidad de las fuerzas femeninas era fundamental en los inicios del gobierno revolucionario. Con la iniciativa de Vilma Espín y el apoyo de Fidel Castro, el 23 de agosto de 1960 se creó la Federación de Mujeres Cubanas (FMC).

Durante el acto de constitución de la FMC, Fidel puntualizaba que: «(…) a las mujeres debía dársele oportunidad en todos los órdenes, y deben estar preparadas para todas las tareas». Sobre la misión de esa organización femenina, afirmaba que debía organizar a la mujer cubana, prepararla y ayudarla elevando su preparación, a través de cursos, de publicaciones; poniéndola al tanto de todas las cuestiones que eran de interés para la mujer.

En ese momento se estructuraron las brigadas femeninas de jóvenes y las primeras instituciones que debían recoger a todas las jovencitas que no estaban en la escuela, ni trabajaban. Otro problema planteado por el Comandante en esta ocasión, y que debía resolverse con prontitud, sería el de las mujeres que laboraban y no tenían dónde dejar a sus hijos; así como ayudar a las mujeres campesinas y establecer instituciones para educar a sus familias.

En esa etapa la mujer estaba participando activamente en las tareas de la Revolución, de los 1 412 maestros voluntarios que acudieron a la Sierra Maestra, cerca del 50% eran mujeres.

El líder de la Revolución Cubana, al concluir su intervención del 23 de agosto de 1960, alertó sobre la imperiosa necesidad de que en esa etapa revolucionaria desapareciera hasta el último vestigio de discriminación, para que: «(…) la mujer cubana tenga por sus virtudes y por sus méritos, el lugar que le corresponde en la historia de la patria».

Unos días después, el 2 de septiembre de 1960 en la entonces Plaza Cívica, hoy Plaza de la Revolución, Fidel, en un memorable discurso, leería el texto conocido como Primera Declaración de La Habana dónde expresó: «(…) la Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba…condena la desigualdad y la explotación de la mujer (…)». Añadía, además, «(…) la Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba, proclama ante América: «(…) el derecho de la mujer a la igualdad civil, social y política (…)».

El Comandante pudo avizorar en los inicios de la Revolución que la madre trabajadora durante su jornada laboral pudiera contar con una institución que proporcionara cuidado, educación y recreo a sus niños. En la Clausura de la Plenaria Nacional de los Círculos Sociales, el 16 de diciembre de 1960 Fidel impulsó la creación de los círculos infantiles y explicó detalladamente su importancia para la sociedad.

En 1961, la FMC inició una campaña para la construcción de los círculos infantiles; por ello, el 3 de febrero del mismo año se iniciaron en Ciudad Libertad las clases para las asistentes que laborarían en ellos, en su mayoría muchachas, procedentes de todo el país. Por la Ley 1003 del 6 de febrero de 1962 fueron creados oficialmente.

Fidel a pesar de los obstáculos que tuvo que enfrentar en aquellos primeros años para conducir el programa revolucionario, priorizó la emancipación de la mujer y su inserción en las tareas de la naciente Revolución. Su apoyo a Vilma en la creación de la FMC y la presencia de la igualdad de derechos en todo su accionar, sentó las bases para el empoderamiento de las mujeres en diversos ámbitos de la sociedad cubana.

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