Juan Almeida Bosque, ejemplo de lealtad

Fidel Castro y Almeida
Juan Almeida Bosque, ejemplo de lealtad

Juan Almeida Bosque es uno de los hombres excepcionales de la Revolución Cubana, cumpliría hoy 95 años

Por:
Centro Fidel Castro Ruz
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Juan Almeida Bosque es uno de los hombres excepcionales de la Revolución Cubana. Su origen humilde y su especial sensibilidad humana y artística confluyeron con su labor como dirigente revolucionario.

Hijo de una familia numerosa asentada en el reparto Los Pinos de La Habana. Absorbió los valores que los padres de la familia le inculcaron, forjando en su ideario un deseo de lucha que no saciaría hasta ver a su Patria libre.

En ese ímpetu, tras el golpe batistiano del 10 de marzo de 1952, comienza a relacionarse con las actividades revolucionarias que se originaron en la Universidad de La Habana junto a su compañero Armando Mestre Martínez. Así conocen a Fidel Castro Ruz, en el balneario de esa institución. Entonces pasó a integrar las filas de aquella generación que vindicó al Apóstol en el centenario de su nacimiento.

«Hay opresión en la Patria, pero habrá algún día otra vez libertad», sentencia con la que Fidel se ganó su corazón. El joven albañil lo tuvo claro: Fidel era el guía y a él se debía con lealtad.

En entrevista concedida al realizador Roberto Chile para el documental Elogio a la Virtud, en el que varias personalidades ofrecen sus impresiones sobre el Comandante en Jefe con motivo de su 80 cumpleaños, Almeida expresó:

«Del siglo XIX admiramos a Martí, ese fue su siglo como político, poeta, escritor y su caída en combate. Con él admiramos a Céspedes, a los Maceo, a Gómez, a Agramonte, a Serafín Sánchez, a Flor Crombet y otros patriotas, pero el siglo XX es el de Fidel. En la historia quedará inscripto como el hijo sagrado de la Patria.

»Me honro en haberlo conocido personalmente en 1952 y desde entonces haber compartido con él todos estos años donde lo he visto engrandecerse como el jefe indiscutido, rebasar los límites de la Patria para adquirir estatura mundial.

»Fidel dignificó el género humano, dio su lugar al negro y a la mujer. Nunca a su lado me he sentido negro. Tiene un gran amor por los niños y una infinita confianza en los jóvenes. No creo necesario decir más; para los grandes no hacen falta tantas palabras.

En el juicio a los moncadistas, ante el fiscal que le interrogó, contestó: «Yo declaro bajo juramento que sí participé en el asalto al cuartel Moncada y que nadie me indujo, a no ser mis propias ideas que coinciden con las del compañero Fidel Castro y que en el caso mío provienen de la lectura de las obras de Martí y de la historia de nuestros mambises».

Cuando le preguntaron si se arrepentía de su participación en los hechos, replicó: «No, señor, si tuviera que volver a hacerlo, lo haría, que no le quepa la menor duda a este tribunal». Es condenado a diez años de prisión a consecuencia de este hecho.

Y como lo hizo Martí en 1870, al llegar a presidio, Almeida comenzó a reflexionar ante lo inhumano y la crueldad de aquellos días en que solo quedaba resistir: «Con nuestras lecturas nos preparamos para no perder un solo minuto, y lo que leemos son temas seleccionados y dirigidos política, ideológica y culturalmente, pues así, al cumplir la sentencia, estaremos más capacitados para reiniciar la vida y la lucha».

Una vez libre, tras la amnistía del 15 de mayo de 1955, marchó a México para participar en los entrenamientos y preparativos de la expedición del yate Granma.

Tras el desembarco en Los Cayuelos, las inexpertas tropas cubanas fueron sorprendidas por la fuerza del ejército batistiano, mientras descansaban al borde de un cañaveral en la zona conocida como Alegría de Pío. Un fatal bautizo de fuego. Quiso el destino que fuera Almeida quien rescatara a Ernesto Guevara, médico de la expedición, que se encontraba herido en el cuello. Al experimentar el ensañamiento enemigo y escuchar algún desánimo amigo gritó: «¡Aquí no se rinde nadie!».

Al superar aquel revés, formaron un grupo en el que también estaban Ramiro Valdés Menéndez, Rafael Chao Santana y Reinaldo Benítez Nápoles. A ellos, después se le incorporaron Camilo Cienfuegos, Francisco González y Pablo Hurtado. Lograron reagruparse con Fidel Castro en Cinco Palmas, momento que marca el nacimiento del Ejército Rebelde.

El 27 de febrero de 1958 Juan Almeida Bosque fue ascendido de capitán a Comandante y nombrado jefe de la Columna 3 que operó en el territorio de la Sierra Maestra. Tras el triunfo revolucionario del primero de enero de 1959, asumió nuevas responsabilidades: jefe de la Dirección Motorizada del M-26-7, jefe de la Fuerza Aérea del Ejército Rebelde y jefe del Ejército, en sustitución del comandante Camilo Cienfuegos, tras su desaparición física.

Otras tareas implicaron sus esfuerzos: la lucha contra bandidos; viceministro primero y jefe de la Dirección de Servicios del Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR). Fue, además, miembro del Buró Político del Partido Comunista de Cuba (PCC), y de su Comité Central; fue diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular por Santiago de Cuba, así como vicepresidente del Consejo de Estado y elegido presidente de la Dirección Nacional de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana (ACRC) el 5 de diciembre de 1993.

El 11 de septiembre de 2009 a sus 82 años de edad, el comandante Almeida se despedía de su pueblo. En su honor, el Consejo de Estado decretó duelo oficial que se extendió hasta el 13 de septiembre. Sus restos mortales reposan en el Mausoleo del III Frente Oriental, en Santiago de Cuba, junto a otros combatientes de la Revolución Cubana.

Para Fidel, Almeida siempre fue un hombre de principios, de justicia y de profundos valores y convicciones revolucionarias. Así lo demuestran los fragmentos de la Reflexión Almeida vive hoy más que nunca escrita el 13 de septiembre de 2009:

«Tuve el privilegio de conocerlo: joven negro, obrero, combativo, que sucesivamente fue jefe de célula revolucionaria, combatiente del Moncada, compañero de prisión, capitán de pelotón tras el desembarco del Granma, oficial del Ejército Rebelde ―paralizado en su avance por un disparo en el pecho durante el violento combate del Uvero―, comandante de Columna, marchando para crear el Tercer Frente Oriental, compañero que compartió la dirección de nuestras fuerzas en las últimas batallas victoriosas que derrocaron a la tiranía.

»Fui privilegiado testigo de su conducta ejemplar durante más de medio siglo de resistencia heroica y victoriosa, en la lucha contra bandidos, el contragolpe de Girón, la Crisis de Octubre, las misiones internacionalistas y la resistencia al bloqueo imperialista.

»Escuchaba con placer algunas de sus canciones, y en especial aquella de encendida emoción que ante el llamado de la Patria a “vencer o a morir” se despedía de humanos sueños. Ignoraba que había escrito más de 300 de ellas, las cuales sumó a su obra literaria, fuente de lectura amena y de hechos históricos. Defendió principios de justicia que serán defendidos en cualquier tiempo y en cualquier época, mientras los seres humanos respiren sobre la tierra.

¡No digamos que Almeida ha muerto! ¡Vive hoy más que nunca!».

 

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Yris Dalia
19 de Febrero del 2022
Almeida merece todo el respeto de su pueblo, fue uno de esos hombres que nos enseñó el camino.