
Una huella en el tiempo, rememora el entusiasmo juvenil, ideales de paz, unión y libertad que tuvo escenario en La Habana, Cuba. Es cuando, por primera vez, el Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes cambia el escenario europeo para celebrarlo en América, y con más significado aún, en la primera nación socialista del hemisferio occidental.
Durante el período de tensiones políticas producido por la Guerra Fría, un festival antiimperialista de jóvenes se celebraba a nivel mundial en la menor de las Antillas. Un 28 de julio de 1978 tuvo lugar en La Habana, Cuba, uno de los encuentros más masivos de jóvenes antiimperialistas de diversas partes del mundo. En conmemoración del cuadragésimo séptimo aniversario del magno festival, una pieza museable del Centro Fidel Castro Ruz nos permite rememorar tan importante acontecimiento a través de su interpretación patrimonial.
La pieza que hoy se muestra, recrea el símbolo de la Federación Mundial de Juventudes Democráticas que es el logo de la flor del Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, más conocido como la flor de la juventud. Este símbolo representa la unidad, la esperanza y la lucha de la juventud mundial por un futuro mejor; evoca una flor estilizada de cinco pétalos, cuyos colores simbolizan, por un lado la lucha y la pasión, y por el otro, la esperanza y el crecimiento. La flor también tiene connotaciones de renacimiento y resiliencia, acentuando el poder de la juventud para superar adversidades y trabajar hacia un cambio positivo en el mundo.
En el centro de la flor, de cinco pétalos, esmaltada, de colores, se ubica el globo terráqueo y sobre este la silueta del territorio de la República de Cuba con su nombre escrito en idioma ruso. Sobre la capital de Cuba, en La Habana, se ubica otra pequeña flor de la juventud haciendo punto de referencia en la sede del festival que lleva inscrito (en letras romanas al centro) el número del festival correspondiente: XI. Su anverso, marcado por la pátina del tiempo, refleja en la inscripción de idioma ruso: Por la solidaridad antiimperialista, la paz y la amistad en coherencia con el lema del festival.
La historia del diseño del logo del festival guarda estrecha relación con el origen de la pieza el cual constituye un símbolo mundial, que se remonta a los años de la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas: La margarita como distintivo gráfico en la historia de los festivales mundiales, fue creada en la antigua Unión Soviética por el pintor moscovita Konstantín Kuzguinov, con motivo de la sexta edición del certamen en el año 1957. En esa fecha se realizó un Concurso Nacional donde se presentaron unas 300 creaciones, entre las cuales destacó por su originalidad y sencillez la propuesta de la flor. Por su aceptación entre los participantes, en 1958 el Congreso de la Federación Mundial de la Juventud Democrática anunció que la margarita de Konstantín Kuzguinov quedaba aprobaba como base permanente para todos los foros posteriores. Los aros olímpicos sirvieron de inspiración para el diseñador, en su diseño reflejó su pasión por el deporte, le confirió un importante significado como símbolo de la unidad entre los atletas del mundo. A través del tiempo, este símbolo ha sido adoptado en diferentes festivales y eventos relacionados con la juventud, reforzando su mensaje de unidad y compromiso social. La flor del festival es un emblema que funde los ideales y empeños de la juventud a nivel global.
El reverso de la pieza, refleja, a relieve, la silueta del logo con la isla del Cuba al centro y alrededor de ella en diferentes idiomas, como el ruso, alemán, chino, inglés, polaco, árabe, palabras claves alegóricas al festival: Paz y amistad. Esta representación sugiere la diversidad y la pluralidad de las voces de los jóvenes que participan en estos festivales, que proviene de distintos países y contextos culturales, pero unidos en ideales y causas comunes, donde preponderan la justicia, la paz y la solidaridad. Como fino detalle casi imperceptible, la marca ceca de la pieza se sitúa a cada lado de describe la procedencia.
Connotación histórica
Del 28 de julio al 5 de agosto de 1978 Cuba fue sede del XI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes en La Habana. Se hizo posible este evento gracias a la IX Asamblea de la Federación Mundial de Juventudes Democráticas desarrollada en noviembre de 1974 en Varna, Bulgaria, donde se propone celebrar el siguiente festival en el verano de 1978, en Cuba. Es cuando, por primera vez, el Festival cambia el escenario europeo para celebrarlo en América, y con más significado aún, en la primera nación socialista del hemisferio occidental.
En el Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba en diciembre de 1975, se aprobó una resolución sobre el XI Festival, donde se enunció el compromiso y la responsabilidad del pueblo y de la juventud para concebir con éxito el evento juvenil, esto constituiría una victoria para la Revolución cubana. Por su parte la Unión de Jóvenes Comunistas en el III Congreso de la UJC se confirma Cuba sede del XI Festival Mundial de la Juventud y los estudiantes con la consigna: ¡Por la solidaridad antiimperialista, la paz y la amistad!
Organizado por la Federación Mundial de Juventudes Democráticas, este evento reunió a miles de jóvenes de Europa, Asia, África, Oceanía y América. Concurrió una manifestación de solidaridad, amistad y lucha por la paz y la justicia social. La celebración de este festival en La Habana fue reflejo del apoyo y la integración de la juventud en el contexto de la Guerra Fría, donde las ideologías políticas y sociales estaban en el centro de muchas tensiones globales.
El festival contó con diversas actividades, incluyendo debates, talleres, presentaciones culturales, y exhibiciones artísticas, donde participantes de diversos países compartieron sus experiencias y puntos de vista sobre temas como el imperialismo, el racismo, y los derechos humanos. Se llevaron a cabo actos de solidaridad con movimientos sociales y de liberación en distintas naciones. Los temas centrales fueron la lucha contra el Apartheid, el apoyo a los movimientos de liberación nacional y condena al imperialismo.
En el acto inaugural, efectuado el 28 de julio de 1978, en el estadio Latinoamericano de La Habana, el General de Ejército Raúl Castro Ruz pronunció un discurso de bienvenida y compromiso a los 18500 jóvenes en representación de 145 países.
El evento fue un fértil escenario de florecimiento para espacios de disfrute y debate, ejemplo de ello, los cinco centros permanentes de Discusión Política, la inauguración del Círculo Internacional de Jóvenes Artistas(CIJA) para plantear temas y criterios sobre el arte y la cultura. Se inauguró el Festival de Cine Joven en la Cinemateca de Cuba, el Círculo Internacional “Amigos de los niños” con el objetivo de desarrollar puntos claves de interés internacional sobre el desarrollo de la niñez. Luego, el 3 de agosto fue proclamado el Código de la Niñez y la Juventud.
Para el universo juvenil de la nación cubana la celebración del XI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes significó un gran honor y deber con tan importante movimiento juvenil progresista y democrático del mundo. En homenaje de la nación cubana al XI Festival, la Isla de Pinos fue proclamada como Isla de la Juventud y se inauguró la Fuente de la Juventud.
En el acto de clausura realizado en la histórica Plaza de la Revolución José Martí, se dijeron las palabras de agradecimiento por jóvenes como Eddy Fonde y la heroína vietnamita Vo Thi Tang. Nuestro líder Fidel Castro Ruz, pronunció, entre ovaciones y lemas, un discurso inspirador cargado de emociones, esperanza y gratitud donde resalta el importante papel de la juventud cubana y mundial. En su discurso afirmó: «Este impresionante espectáculo de masas demuestra por sí mismo la fuerza invencible de las ideas justas».
Esta pieza adquiere una gran importancia cultural, histórica y simbólica. En ella, se sintetizan mensajes de propaganda socialista donde Cuba demuestra su liderazgo en el movimiento juvenil progresista. La pieza es una huella en el tiempo, que marca la importancia de este evento como una oportunidad para mostrar el desarrollo cultural y social de Cuba tras la Revolución de 1959. Representa el XI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes como un momento significativo en la historia de los movimientos juveniles y en la política internacional de finales de los años 70.