
En sus más de seis décadas de existencia la Revolución Cubana ha contado con la amistad sincera de innumerables amigos de todos los continentes, pero al decir del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, es Hugo Chávez «el mejor amigo que tuvo el pueblo cubano».
Celebramos el 30 aniversario del primer abrazo de dos de los principales líderes independentistas y antimperialistas de la historia latinoamericana. Pero la visita de Chávez en 1994 fue un acto de trascendental valentía que no puede comprenderse fuera de su contexto histórico.
Hugo Chávez cerca de Cuba y de Fidel
Cuando Hugo Chávez vino al mundo el 28 de julio de 1954 ya Fidel Castro era un curtido líder revolucionario. Las luchas universitarias, la expedición de Cayo Confites, su presencia en Colombia durante los sucesos del Bogotazo y las acciones del Moncada dan cuenta de ello. Para ese entonces el líder cubano se encontraba recluido en la prisión de Isla de Pinos.Varias décadas y acontecimientos tendrían que pasar para que los caminos de Fidel Castro y Hugo Chávez se pudieran cruzar. Para 1954 el triunfo revolucionario en Cuba todavía era una utopía y los caminos del recién nacido aún estaban muy lejos de definir sus pasos.
No obstante, Fidel Castro siempre estaría presente desde los primeros años del joven Hugo Chávez, ese hombre del que tanto le hablaba su hermano Adán y su primo Asdrúbal, el primer hombre que le vino a la mente cuando con 13 años escuchó en la radio de su natal Barinas que el Che se encontraba en Bolivia y que su vida peligraba. Sería tras el golpe fascista en Chile que fortuitamente el cadete Hugo Chávez escucharía desde las montañas de Charallave en Caracas, por primera vez la voz del Comandante Jefe, esto durante su discurso del 28 de septiembre de 1973. «Y estaba un grupo de nosotros buscando el dial. Era un radio que había que calibrarlo, con unos audífonos, uno iba calibrando el radio (...). De noche oíamos música a espaldas de los tenientes.Entonces oímos, de repente una voz. Éramos un grupo de tres o cuatro alféreces, cadetes de cuarto año. Una voz... primera vez que yo oí la voz de Fidel, y al final fue que oímos Radio Habana Cuba transmitiendo, no sé qué. El verbo encendido del líder cubano y la fuerza de sus argumentos cautivaron al joven venezolano de 19 años, en especial la exposición de uno de los pilares fundamentales del ideario y la praxis del Comandante en Jefe: el papel protagónico e imprescindible del pueblo en las transformaciones políticas y sociales. Y la frase se me grabó y a varios compañeros se nos grabó la frase y hasta el tono de la voz:Porque si cada trabajador, si cada obrero hubiera tenido un fusil en sus manos el golpe fascista chileno no se da, decía Fidel. Y eso sigue siendo una gran verdad».
El 2 de febrero de 1989 el entonces mayor Hugo Chávez pudo ver por primera vez al líder cubano durante una ceremonia en el teatro Teresa Carreño de Caracas, cuando asistió a la toma de posesión de Carlos Andrés Pérez. Aunque en esa ocasión no pudo saludarlo como hubiese querido, el militar venezolano ya seguía los pasos revolucionarios de Bolívar, Martí y Fidel Castro, pues para esa fecha ya tenía estructurado el Movimiento Bolivariano Revolucionario 200 (MBR-200). Sería con el pueblo con el que Chávez pretendió dar el tiro de gracia al gobierno neoliberal el 4 de febrero de 1992, cuando condujo un alzamiento militar que contó con la participación de más de 2000 hombres. Aunque la acción fue un fracaso militar, sería una rotunda victoria política con connotaciones más allá de las fronteras venezolanas. El hasta entonces anónimo teniente coronel Hugo Chávez se daría a conocer como un líder de proyección latinoamericana y expondría los ideales bolivarianos que guiaban al movimiento revolucionario. Para Fidel, siempre atento a los acontecimientos en América Latina estos hechos no pasaron desapercibidos y gracias a ellos conoció por primera vez de la vida e ideario de Hugo Chávez. «(...) nosotros, cuando llegamos a conocer con precisión los hechos, era imposible que no viésemos con simpatía y con admiración lo que habían hecho y, sobre todo, valorábamos de manera extraordinaria esas ideas bolivarianas que se habían recogido y que constituían las banderas esenciales de ese movimiento».
La prisión para Chávez fue dura, como ha sido siempre para los revolucionarios, pero en momentos tan difíciles Fidel Castro fue una inspiración. En una de sus plegarias pediría:
«Dios mío, quiero conocer a Fidel, cuando salga y tenga la libertad para hablar, para decir quién soy y qué pienso. Pensaba mucho en eso: en salir para conocernos». Allí leyó ese trascendental texto que es La historia me absorberá y la entrevista con Tomás Borges: Un grano de maíz. De ambos textos Chávez sacaría lecciones importantes: «(...) una de ellas fue que hay que mantener la bandera de la dignidad y los principios en alto, aun a riesgo de quedarse solo».
El 26 de marzo de 1994 Chávez saldría de su régimen carcelario. Durante los dos años que pasó tras las rejas su popularidad creció inmensamente y ese día una multitud lo recibió a las afueras de Fuerte Tiuna para expresarle su cariño. Al día siguiente todos los medios de prensa nacionales reflejaban el acontecimiento.Dos días después, el 28 de marzo, el entonces embajador cubano Norberto Hernández Curbelo informaba a La Habana:«El fenómeno Chávez hay que seguirlo con atención los próximos meses».
La ruta hacia La Habana
La excarcelación de Hugo Chávez en 1994 no supuso un camino libre de obstáculos. Lograr la unidad de las fuerzas revolucionarias y un aparato propagandístico efectivo constituían grandes retos. Por su parte, los principales medios, en manos de la oligarquía nacional se encargarían de silenciarlo, a lo que se sumaba la estrecha vigilancia de la CIA y la DISIP. Para la mañana del 30 de julio, después de haber realizado una gira por Venezuela y Colombia, Chávez convocó para una rueda de prensa en el Ateneo de Caracas. Aunque no tuvo el impacto deseado, pues apenas asistieron periodistas y a los pocos que concurrieron nada les dejaron publicar, el azar jugaría a su favor, pues ese día conocería al historiador de La Habana Eusebio Leal, que en el mismo lugar impartía una conferencia sobre Bolívar y quien finalmente sería su enlace con el hombre que tanto ansiaba conocer: Fidel Castro.
Dos acontecimientos acercarían aún más a Hugo Chávez con Cuba. El 1 de septiembre el funcionario del Departamento de América del Comité Central del Partido Comunista de Cuba Eduardo Fuentes informaba en una breve nota a La Habana de su encuentro con Chávez, quien trasladaba un cordial saludo al presidente cubano Fidel Castro. El otro sería la entrevista con el recién nombrado embajador Germán Sánchez, el 12 de septiembre en la sede del MBR-200, ocasión en la que también expresó su admiración hacia Fidel Castro y respaldo al proceso revolucionario a pesar de los difíciles momentos que pasaba.Ese propio día informaba Germán a La Habana: «La personalidad de Chávez es a simple vista carismática, alegre, de rápidos movimientos, de ideas diáfanas, precisas y de agudos reflejos mentales. Se le nota su formación militar, la capacidad para ordenar las ideas de la conversación, los objetivos y temas que persigue. A la vez, resulta muy modesto, distendido, ameno en el diálogo. (...) Su conducta parece sincera y en todo momento nos trató con el mismo respeto y admiración que dice sentir por Cuba. Es un hombre en franca evolución, que pasó repentinamente a ser una personalidad nacional y no por ello se ha envanecido. Escucha y pregunta, da la sensación de alguien abierto que busca respuestas y ayuda».
Ese día se concertó el viaje de Hugo Chávez a La Habana, previsto inicialmente para enero de 1995, en el contexto de su gira por el Caribe para organizar el II Congreso Anfictiónico a celebrarse en Panamá en 1996. Días después, desde el gobierno cubano se propuso dar curso formal a la invitación de Hugo Chávez a la Isla. Paralelo a estos acontecimientos, en la Isla se vivía tiempos muy difíciles. El desmoronamiento de la Unión soviética arrastró a Cuba a una de sus peores crisis económicas, el socialismo como proyecto social y alternativa al imperialismo estaba siendo impugnado todos los días y algunos «amigos» de la Revolución aconsejaba tomar el rumbo neoliberal; mientras Francis Fukuyama y los voceros del imperialismo propugnaba la absurda teoría del Fin de la Historia. Pretendiendo dar el tiro de gracia, sobre Cuba se reforzó el bloqueo económico financiero y comercial por parte de los Estados Unidos, lo que provocó una depreciación drástica del nivel de vida de la población. Cuba vivía el Periodo Especial en tiempos de Paz.
Cuatro meses antes de la visita de Chávez, la capital de la Isla había sufrido los mayores hechos vandálicos en la historia de la Revolución, detonante para un nuevo éxodo masivo de cubanos hacia los Estados Unidos y el lógico aumento de las tensiones entre ambas naciones.Tanto el imperio como sus aliados apostaban a que era cuestión de tiempo la caída de la Revolución cubana. Solo para citar el ejemplo venezolano, en noviembre el presidente Rafael Caldera recibió en el Palacio de Miraflores a los connotados contrarrevolucionarios, vinculados con la CIA Jorge Mas Canosa y Armando Valladares, mostrándoles su respaldo en contra de Cuba. En sentido contrario a estos hechos, el 25 de noviembre recibió al ministro cubano de Cultura Armando Hart al que de manera irrespetuosa manifestó que la crisis cubana era “terminal” y que abordaría el tema en la I Cumbre de las Américas.Ambos hechos se produjeron semanas previas a la inauguración de la mencionada Cumbre que se celebró en Miami de la cual Cuba fue arbitrariamente excluida, lo que constituyó un evidente guiño político al imperialismo.
Pero la Revolución cubana no se quedó de brazos cruzados. En 1992 presentó ante las Naciones Unidas un Proyecto de Resolución para denunciar y exigir ante la comunidad internacional el fin del genocida bloqueo económico impuesto por Estados Unidos. En septiembre de 1994 obligaría a los Estados Unidos a sentarse en la mesa de negociaciones para poner fin a la crisis migratoria entre ambas naciones y en noviembre reuniría en La Habana a más de 3000 invitados del mundo entero en un gigantesco evento de solidaridad con la Revolución. A ellos se suma que a pesar de la llegada del Periodo Especial el país no dejó de prestar su ayuda solidaria a otros pueblos, como a las víctimas del accidente nuclear de Chernóbil.
Es en este complejo escenario que se produce la visita de Hugo Chávez a Cuba en la noche del 13 de diciembre de 1994. Apenas 48 horas antes había cerrado sus cortinas la I Cumbre de las Américas, donde el presidente Calderas, como había anunciado fue uno de los principales abanderados de la causa contrarrevolucionaria.
La visita de Chávez a Cuba y sus encuentros públicos con el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz no puede verse como un viaje intrascendente ni desconectado de su contexto histórico. Fue ante todo un acto de valentía y un posicionamiento de principios ante las complejidades que vivía el movimiento comunista internacional, la izquierda mundial y la incertidumbre con la que se veía fuera de nuestras fronteras el futuro de la Revolución Cubana.